Sistemas de salud resilientes: Aprendizajes de la crisis del COVID-19

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Sistemas de salud resilientes: Aprendizajes de la crisis del COVID-19
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Este artículo forma parte de una serie en la que expertos de la OCDE y líderes de pensamiento de todo el mundo y sectores de la sociedad, abordan la crisis del coronavirus (COVID-19), debatiendo y desarrollando soluciones para el momento actual y el futuro. 

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OECD Afrontar el Coronavirus: Unidos en un Esfuezo Global

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En todo el mundo, el rápido crecimiento del número de personas infectadas con COVID-19, la enfermedad causada por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2, está sobrecargando los sistemas de salud, causando pérdidas de vidas a gran escala y graves sufrimientos humanos. Esta crisis representa una amenaza importante para la economía global, afectando particularmente a los más vulnerables y estirando aún más un tejido social que ya estaba puesto a prueba por los altos niveles de desigualdad.

Las personas mayores y aquellas con afecciones crónicas están particularmente en riesgo. En toda la OCDE, más de 1 de cada 6 personas son mayores de 65 años, y el 60% de ellas sufren de múltiples afecciones crónicas. Italia, uno de los países más afectados, tiene la segunda mayor proporción de personas mayores de 80 años en la OCDE, solamente superada por Japón. Además del riesgo de contagio, las personas mayores que viven en sus hogares están expuestas a riesgos relacionados con el aislamiento. Independientemente de la edad, muchas personas enfrentan un impacto significativo en su salud mental.

En vistas de esta crisis de salud sin precedentes, los 36 países de la OCDE han intensificado sus esfuerzos para contener este tsunami de infecciones virales. El distanciamiento social, las medidas para detectar y rastrear nuevos casos, así como la mejora de la higiene personal y ambiental, contribuyen a mitigar la enorme presión sobre los sistemas de salud. Sin embargo, tales medidas tienen diferentes niveles de efectividad y, por lo tanto, implementarlas en conjunto es la mejor forma de maximizar su impacto.

Más allá de los esfuerzos de contención, ¿qué han hecho los sistemas de salud hasta ahora para manejar esta crisis de salud?

Algunos países han fortalecido el acceso a la atención médica, destacando la importancia de una cobertura sanitaria universal de alta calidad. En 23 países de la OCDE, el 20% de las personas dejan de buscar atención médica debido a los largos tiempos de espera o la distancia física, y el 17% porque los costos eran demasiado altos. Para compensar esto, se han introducido medidas específicas para cubrir los costos de las pruebas de diagnóstico o regular sus precios, por ejemplo, en los Estados Unidos, Alemania y Francia.

Para aumentar la capacidad de la fuerza laboral de salud, algunos países han permitido que los estudiantes de medicina en su último año de capacitación comiencen a trabajar de inmediato y se han esforzado por movilizar a farmacéuticos y asistentes de atención sanitaria. Como parte de una estrategia logística más amplia para potenciar los esfuerzos para diagnosticar a las personas, Corea implementó un conocido programa de pruebas en modo “drive-thru”, por la ventanilla de los vehículos. Todos los países han realizado esfuerzos para aislar casos sospechosos y confirmados, como por ejemplo el fomento de la hospitalización domiciliaria en los Estados Unidos.

También están surgiendo soluciones digitales innovadoras. El acceso a la telemedicina se ha facilitado en Francia y Estados Unidos. Israel ha introducido dispositivos robóticos y el uso de la telemedicina para controlar el estado de salud de las personas en cuarentena. Corea está probando aplicaciones de teléfonos inteligentes para permitir que las personas en cuarentena informen sobre la evolución de su estado de salud, así como para monitorear su cumplimiento de la cuarentena. Iniciativas que utilizan inteligencia artificial para rastrear la propagación del virus y predecir dónde puede aparecer a continuación se han desarrollado en Canadá.

La presente crisis ha expuesto la necesidad de que nuestros sistemas de salud sean más resilientes ante crisis de tal gravedad. Si bien es demasiado pronto para sacar conclusiones, tres aspectos merecen consideración especial.

Primero, es necesario fortalecer los mecanismos de vigilancia de enfermedades y las infraestructuras de información sanitaria. Más allá de los sistemas de alerta temprana y respuesta basados en alertas y notificaciones de casos, los países con historias clínicas electrónicas (HCEs) nacionales y estandarizadas pueden aprovechar los datos de rutina para realizar, en tiempo real, una mejor vigilancia de enfermedades, ensayos clínicos más rápidos y una gestión del sistema de salud más efectiva. Sin embargo, actualmente solo Finlandia, Estonia, Israel, Dinamarca, Austria, Canadá, Eslovaquia y el Reino Unido, así como Singapur, cuentan con la alta capacidad técnica y operativa necesaria para generar información a partir de las HCEs. Esto requiere más esfuerzos para eliminar las barreras técnicas y de gobernanza de datos que impiden el uso efectivo de dichos datos, respetando la privacidad de los ciudadanos, en línea con la Recomendación del Consejo de la OCDE sobre Gobernanza de Datos de Salud.

En segundo lugar, la crisis ha puesto de manifiesto la importancia de contar con sistemas de salud adaptables.  La falta de cualquier tipo de holgura de capacidad puede dejar a los países vulnerables ante un aumento inesperado de la demanda. La disponibilidad de camas de hospital y sus tasas de ocupación varían mucho entre los países de la OCDE. Para las camas de cuidados agudos, Japón tiene el número más alto, con casi 8 camas por cada 1 000 personas, seguido por Corea y Alemania. Para un grupo de 10 países de la OCDE, la disponibilidad de camas críticas, en unidades de cuidados intensivos, varía en un factor de 6. Equipar los sistemas de salud con capacidad de reserva requerirá enfoques creativos, como un "ejército de reserva" de profesionales de la salud que pueda movilizarse rápidamente; almacenar una reserva de suministros como equipos de protección individual; y mantener camas de atención hospitalaria que puedan transformarse rápidamente en camas de cuidados agudos.

Por último, es necesario fortalecer la coordinación entre los países. Además de los esfuerzos para coordinar una respuesta internacional para la contención rápida, debemos ser capaces de acelerar el desarrollo de diagnósticos, tratamientos y vacunas. En la actualidad, la disponibilidad de una vacuna contra el COVID-19 podrá tardar al menos 18 meses. Más allá del aumento inicial en la financiación para apoyar mayores esfuerzos de I + D, también es necesario mantener tales políticas en caso de que la epidemia desaparezca, de modo que estemos mejor preparados para futuras crisis. Una vez desarrollados, los procedimientos acelerados para nuevos tratamientos y vacunas son importantes para alentar la aprobación rápidamente. Los compromisos también son necesarios para garantizar que estos productos estén disponibles a precios asequibles donde las necesidades sean más altas. Como lo expresó el Secretario General de la OCDE, Angel Gurría, necesitamos renovar "acciones conjuntas para ganar la guerra".

Bibliografía y lecturas recomendadas

Oderkirk, J. (2017), “Readiness of electronic health record systems to contribute to national health information and research”, OECD Health Working Papers, No. 99, OECD Publishing, Paris

OECD (2019a), Health at a Glance 2019: OECD Indicators, OECD Publishing, Paris

OECD (2019b), Health for Everyone? Social Inequalities in Health and Health Systems, OECD Health Policy Studies, OECD Publishing, Paris

OECD (2020a), Flattening the COVID-19 peak: Containment and mitigation policies, Updated 24 March 2020, OECD, Paris

OECD (2020b), Beyond Containment: Health systems responses to COVID-19 in the OECD countries, Update 20 March, OECD, Paris

OECD, Recommendation of the Council on Health Data Governance, OECD/LEGAL/0433

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